El humo de las quemas de cañaverales volvió a ocupar un lugar central en el debate público. Anoche, en “Panorama Tucumano”, el programa de LG Play, conducido por Federico van Mameren, periodistas, funcionarios e investigadores abordaron el impacto de esta práctica en la calidad del aire y en la salud de la población.

La actividad azucarera, motor económico de la provincia, da trabajo a unas 50.000 personas, lo que representa el 30% de los empleos formales de Tucumán. Por eso, señaló Álvaro Medina, el desafío es encontrar un equilibrio que permita sostenerla como industria madre, pero bajo parámetros de sustentabilidad.

Los estudios realizados por la UNT junto con el Conicet determinaron que los períodos más críticos se concentran en agosto y septiembre, cuando las quemas alcanzan mayor intensidad. “Los estudios del aire de Tucumán demuestran que tiene altos niveles de contaminación, muy por encima de los parámetros establecidos por los organismos internacionales”, señaló Medina. Luego detalló que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, la OMS y organismos europeos advirtieron sobre los efectos del material particulado fino (PMF 2.5), producto de la combustión de biomasas (elementos vegetales). “Mientras más pequeñas son las partículas suspendidas de en el ambiente, mayor es la probabilidad de que causen enfermedades”, explicó.

Controles y cambios

Facundo Moreno Majnach, subsecretario de Medio Ambiente de la provincia, explicó cómo funcionan los sensores que miden la calidad del aire. “Hoy, están instalados, en un 100%, en edificios públicos. Son equipos muy sensibles que miden inmisión, no emisión”, detalló. Y aclaró: “Si un camión se detiene al lado del sensor o si un vecino quema residuos cerca, el sensor se dispara y refleja ese episodio puntual”. Lo relevante, enfatizó, es observar las tendencias que marcan la evolución de la calidad del aire.

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El funcionario comparó la situación con el año pasado. “Hoy llevamos alrededor del 84%, casi 85% de la caña molida, y solamente se ha quemado un 10% del total. Para comparar: a esta altura del año pasado, que fue relativamente más complicado, los números eran otros. Este año la situación es diferente porque no hemos tenido tantas heladas, lo que nos ayuda, además de las acciones que ya venimos implementando”, expresó.

El ingeniero Arturo Felipe, investigador del INTA, recordó que en 2009 se creó una mesa de gestión que todavía funciona. “El agricultor logró entender que no es bueno quemar la caña”, sostuvo.

Felipe repasó la historia de esta práctica. “La quema de cañaverales nació como un auxiliar de la cosecha en las décadas de 1950 y 1960, cuando ya no había más peladores de caña. Se penalizaba al productor que llevaba caña con hoja y eso impulsó el fuego como herramienta”, explicó. La llegada de las cosechadoras integrales en los años 90 modificó el panorama: “Hoy más del 90% de la cosecha es con cosechadora integral y se llama cosecha en verde porque no se quema”.

Más de 1.000 incendios

El Laboratorio de Estudios Ambientales de la UNT y el Conicet reveló datos inquietantes: entre el 8 y el 12 de septiembre, el material particulado fino superó todos los días el límite de 15 microgramos por metro cúbico recomendado por la OMS. “Según el informe, las quemas se estaban dando alrededor de 15 a 20 km a la redonda de San Miguel de Tucumán”, precisó Medina. Defensa Civil contabilizó este año 1.421 incendios a cielo abierto, de los cuales el 39% corresponde a cañaverales. Los departamentos más afectados son Cruz Alta y Leales.

HUMO. El Estado controla 29 sensores instalados en edificios públicos. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL

Roberto Delgado aportó tres claves para entender lo que ocurre este año. La primera es que por primera vez se cuenta con un registro científico de las quemas. “El registro marca un promedio de 52 focos por día”, dijo. Cabe aclarar que, luego, Moreno Majnach dijo que las detenciones fueron 17, en realidad.

El segundo factor es la acción del Estado. El Gobierno, junto con el Ministerio Público Fiscal, comenzó a detener a quienes son encontrados infraganti y a secuestrar maquinarias y vehículos. “En los últimos dos meses se produjeron alrededor de 30 detenciones”, resaltó.

El tercer aspecto es la reacción de los pequeños productores. A comienzos de septiembre, 200 cañeros protestaron porque eran perseguidos por prender fuego. Reconocieron que lo hacían porque no habían recibido asistencia para cosechar debido al exceso de caña.

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El investigador del INTA advirtió que el arraigo cultural es el obstáculo más importante. “Si recorremos el campo, vemos gente barrer y quemar la basura. El fuego es una herramienta de limpieza en general, sobre todo para el tucumano. Entonces, transformar eso es un proceso que llevará tiempo”, concluyó.